Se reanuda la construcción
51Entonces, e profeta Ageo y el profeta Zacarías, hijo de Idó, comenzaron a profetizar a los judíos de Judá y Jerusalén como legados en nombre del Dios de Israel.2Zorobabel, hijo de Sealtiel, y Josué hijo de Yosadac, se pusieron a reconstruir el templo de Jerusalén, acompañados y alentados por los profetas de Dios. 3Pero Tatenay, sátrapa de Transeufratina, Setar Boznay y sus colegas se acercaron, y les dijeron:
4- ¿Quién os ha ordenado construir este templo y armar ese maderamen? ¿Cómo se llaman los hombres que han mandado construir este edificio?
5Pero Dios velaba por las autoridades de Judá y les permitieron seguir las obras mientras no llegase un decreto de Darío y les entregasen el escrito.
6Copia de la carta que enviaron Tatenay, sátrapa de Transeufratina, Setar Boznay, sus colegas y las autoridades de Transeufratina al rey Darío. 7El escrito estaba redactado en los siguientes términos:
<<Al rey Darío, paz completa.
8>>Sepa el rey que hemos ido a la provincia de Judá y resulta que los judíos con su senado están construyendo en Jerusalén un gran templo con piedras sillares, y recubren sus paredes de madera; trabajan a conciencia y el trabajo les cunde. 9Entonces preguntamos al senado: "¿Quién os ha ordenado reconstruir esta casa y armar ese maderamen?" 10Les pedimos también sus nombres, y tomamos por escrito los de sus jefes para poder informarte. 11Nos dieron la siguiente respuesta: "Nosotros somos servidores del Dios del cielo y tierra, y estamos reconstruyendo un templo edificado antaño, que construyó y terminó un gran rey de Israel. 12Pero nuestros padres irritaron al Dios del cielo, y éste los entregó en manos del caldeo Nabucodonosor, rey de Babilonia, que destruyó este templo y deportó el pueblo a Babilonia. 13Sin embargo, el primer año de su reinado, Ciro de Babilonia ordenó reconstruirlo. 14Además, los objetos de oro y plata que Nabucodonosor se llevó del templo de Jerusalén al de Babilonia, el rey Ciro mandó sacarlos de este último y los consignó a un hombre llamado Sesbasar, al que nombró sátrapa, 15diciéndole: Toma estos objetos, ve a llevarlos al templo de Jerusalén y que reconstruyan la casa de Dios en su mismo sitio. 16Sesbasar vino, echó los cimientos del templo de Jerusalén y desde entonces lo estamos construyendo; pero todavía no hemos terminado".
17>>Por consiguiente, si al rey le parece, que investiguen en los archivos reales de Babilonia, a ver si es verdad que el rey Ciro ordenó reconstruir este templo de Jerusalén. Y que nos comuniquen lo que el rey decida>>.
Explicación
5-6 En estos capítulos pasamos a la segunda etapa del libro: la reconstrucción del templo en tiempos de Darío I, en los años 520-515, o sea, desde que comienza la predicación de los profetas Ageo y Zacarías hasta que se celebra la dedicación del templo y la Pascua sucesiva.
Los capítulos se componen de una breve parte narrativa, al principio y al fin, y de una larga parte documental. Los documentos pueden ser textos de archivo copiados sin más o retocados por el narrador arameo. Par entender su lenguaje hemos de considerar las circunstancias. El primer documento es una carta informativa que recoge y transmite las explicaciones dadas por las autoridades judías: se puede aceptar sin dificultad que los judíos se hayan expresado según su mentalidad y su lenguaje y que los funcionarios hayan reproducido esta declaración de los acusados. EL segundo documento es una carta del emperador, que aduce parte del decreto de Ciro. Ambos textos son verosímiles si se tiene en cuenta que en las cancillerías de Ciro y de Darío tenía que haber empleados judíos, especialistas en sus asuntos nacionales y religiosos. Es lo que haría cualquier monarca mientras no hubiera razones graves en contra. Ciro y Darío tenían razones a favor, pues muchos judíos habían apoyado en Babilonia su ascenso, y nos consta de algunos que fueron funcionarios en el Imperio o en la Corte. En los archivos reales podría conservarse el original o traducciones. Tratándose de un edicto concerniente a los judíos, es fácil que Ciro encargara la redacción a conocedores de la lengua franca, el arameo, y de los asuntos judíos.
En conclusión, los documentos aducidos poseen buenas garantías históricas.
5,1 Este verso, junto con 6,14, enmarca toda la actividad en la intervención de la palabra profética. Nos invitan a leer los res oráculos de Ageo, datados entre agosto y diciembre del 520, y Zac 1-8. Por Ageo sabemos que la interrupción de las obras era en buena parte culpable e injustificada, y también apreciamos dificultades económicas, que el profeta interpreta como castigo por la negligencia de los judíos. En 2,6-9 Ageo despega y anuncia cosas que podían despertar el entusiasmo de unos y las sospechas de otros. Zacarías ofrece una imagen más dramática, en la que los datos históricos juegan a ocultarse o se convierten en prenda del futuro mesiánico. Alude a una grave prueba del sumo sacerdote (3,1-8), descarta una muralla material para la capital (2,5-9), promete la reconstrucción total del templo (4,8-10), y predica la justicia social (7).
5,2 Los dos poderes se aúnan en la gran tarea. Al principio lo hicieron todo David y Salomón; ahora, el descendiente de David no lleva título de rey, el sacerdote va creciendo en autoridad. Zacarías los ve todavía como dos olivos parejos a ambos lados del candelabro de la presencia de Dios (Zac 4,11-14).
5,3-4 Parece tratarse de un simple viaje de inspección, pues no se aprecia hostilidad ni en la pregunta ni en la decisión inmediata. Apelar a la autoridad de Ciro era razón poderosa para contener al sátrapa, si es que traía alguna intención menos favorable.
5,5 "Velaba": a la letra leemos: "el ojo de su Dios estaba sobre"; de los ojos vigilantes de Dios habla Zac 4,10; era una de las peticiones de Salomón al dedicar el templo (1 Re 8,29.52).
5,8 Esta diligencia en el trabajo contrasta con la negligencia denunciada por Ageo.
5,11-16 La respuesta judía responde a su fe y a su historia en términos inteligibles a las autoridades extranjeras. El ya citado documento de Ciro menciona la cólera de Marduk contra el soberano babilonio y dice que dios somete a los pueblos a Ciro. Oponer la dureza de Nabucodonosor a la benevolencia de Ciro es tan correcto como hábil, especialmente por tratarse de actitudes religiosas.
5,17 Los hechos no eran remotos (menos de veinte años); con todo, los judíos apelan a documentos de archivo. A esto no podía negarse el gobernador sin arriesgarse. Cuanto más fielmente trasmita la declaración de los judíos más seguro se encontrará en su posición. La respuesta es prácticamente una apelación; Daniel, Ester y otros testigos concuerdan en ponderar la seriedad de los decretos persas.
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