lunes, 16 de noviembre de 2020

ESDRAS. CAPÍTULO III

 Restauración del altar y del culto (Ageo, Zac 3,6)

31Los israelitas se encontraban ya en sus poblaciones cuando al llegar el mes de octubre se reunieron todos a una en Jerusalén. 2Entonces Josué, hijo de Yosadac, con sus parientes los sacerdotes, y Zorobabel, hijo de Sealtiel, con sus parientes, se pusieron a construir el altar del Dios de Israel para ofrecer en él holocaustos, como manda la Ley de Moisés, hombre de Dios. 3Levantaron el altar en su antiguo sitio -aunque intimidados por los colonos extranjeros- y ofrecieron en él al Señor los holocaustos matutinos y vespertinos.

4Celebraron la fiesta de las Chozas, como está mandado, ofreciendo holocaustos según el número y e ritual de cada día 5y siguieron ofreciendo el holocausto diario, el de principios de mes, el de las solemnidades dedicadas al Señor y los ofrecidos voluntariamente al Señor.

6El día primero de octubre comenzaron a ofrecer holocaustos al Señor. Pero aún no se habían echado los cimientos del templo. 7Entonces, de acuerdo con lo autorizado por Ciro de Persia, contrataron canteros y carpinteros, y dieron a los sidonios y tirios alimentos, bebidas y aceite para que enviasen a Jafa, por vía marítima, madera de cedro del Líbano.

8A los dos años de haber llegado al templo de Jerusalén, el mes de abril, Zorobabel, hijo de Sealtiel, Josué, hijo de Yosadac, sus demás parientes sacerdotes y levitas, y todos los que habían vuelto a Jerusalén del cautiverio comenzaron la obra del templo, poniendo al frente de ella a los levitas mayores de veinte años. 9Josué, sus hijos y hermanos, Cadmiel y sus hijos, Hodavías, los hijos de Henadad, sus hijos y sus hermanos, los levitas, se pusieron todos al frente de los obreros que trabajaban en el templo.

10Cuando los albañiles terminaron de echar los cimientos, se presentaron los sacerdotes, revestidos, con trompetas, y los levitas, descendientes de Asaf, con platillos, para entonar himnos al Señor, según ordenó David, rey de Israel. 11Alabaron y dieron gracias al Señor <<porque es bueno, porque es eterna su misericordia>> con Israel.

Todo e pueblo alabó con vítores al Señor por haberse echado los cimientos del templo. 12Muchos sacerdotes, levitas y cabezas de familia -los ancianos que habían visto con sus propios ojos el primer templo- se lamentaban a voces, mientras otros muchos lanzaban gritos de alegría. 13Y era imposible distinguir entre gritos de alegría y sollozos, porque el clamor de la gente era tan grande que se oía desde lejos.

Explicación.

3Por la analogía de Esd 8 podemos calcular que el viaje se iniciaría en primavera y concluiría en pleno verano. Hay que imaginarse lo que significaba desplazar una caravana de cincuenta mil personas con los medios de entonces. Al llegar emplearían algunas semanas para la primera instalación, y así se echa la primera fiesta tradicional que toca celebrar.

El capítulo está centrado en el tema del templo. Es posible que el autor informe sobre los hechos de la primera repatriación: era asunto de suma importancia y pudo conservarse fresca su memoria. También es posible que al describir aquel suceso haya proyectado datos que históricamente pertenecen a la etapa siguiente. En el primer caso extraña la ausencia de Sesbasar; en el segundo se explican las semejanzas con Ag y Zac.

El templo. Ya hemos visto (hasta la saciedad) que el Cronista hace gravitar su obra sobre este centro de gravedad. Es consecuente que la restauración tenga que consumarse bajo el signo del templo. El Cronista no inventa la idea ni está solo al proponerla. Recordemos que el libro de Ezequiel se abre con la profanación del templo y se cierra con su reconstrucción; el destierro es consecuencia de que el Señor abandone el templo; la repatriación vendrá cuando el Señor retorne. Isaías II no menciona explícitamente el templo, sólo se refiere a Sión como meta del nuevo éxodo. Muchos salmos fomentaron el amor al templo, y éstos se seguirían recitando en el destierro. La restauración del culto restablece la legislación de Moisés y las instituciones de David. Esto significa que la nueva era es continuidad.

3,2 Josué y Zorobabel serán los protagonistas de la restauración cúltica apoyada por Ageo y Zacarías. Zorobabel era nieto de Jeconías, el rey del destierro que, con su parcial liberación, deja abierto a la esperanza el libro de los Reyes; para algunos, Jeconías siguió siendo hasta el fin el representante legítimo de la dinastía, mientras que Jeremías reconoció la legitimidad de Sedecías. Sealtiel era el primogénito de Jeconías; otros textos hacen a Zorobabel hijo de Fedayas, tercer hijo del mismo rey (1 Cr 3,19).

El atar es lo primero indispensable, incluso antes de cerrar el recinto y levantar el edificio. Así había sucedido en tiempos patriarcales y hasta la reforma de Josías. Un altar podía estasr dedicado a un nombre (Ex 17,15) y podía significar una toma de posesión cúltica. No hace falta un recinto o un edificio donde more la gloria del Señor.

3,3 La continuidad del lugar es importante, porque se trata del sitio escogido por la misma divinidad (1 Cr 21). La frase "intimidados..." es dudosa: en otras ocasiones se dice que los israelitas se hacen temibles a los pueblos vecinos (por ejemplo, Jos 2,11; 5,1), la doctrina la conoce el Cronista (1 Cr 14,17, David; 2 Cr 20,29, Josafat). En el caso presente parece que el autor quiere registrar la constante oposición que encontraron los judíos en su programa de restauración.

3,4 La fiesta de las Chozas correspondía al final de la vendimia y de todas las tareas del campo. Originariamente una fiesta agrícola, se aplicó a conmemorar el camino por el desierto al salir de Egipto. Resultaba oportuno celebrar como primera fiesta en la patria esa festividad alegre y popular: también los repatriados habían vivido en tiendas, repitiendo en cierto modo la experiencia de los salidos de Egipto.

3,6 También la dedicación del templo de Salomón se celebró en el séptimo mes (2 Cr 5,3).

3,7 Mucha piedra había quedado en el lugar; en cambio, la madera la había consumido el fuego. Por eso era necesario hacer provisión de maderas finas y de acudir a los tradicionales exportadores de madera de cedro. Guiarse por el recuerdo y ejemplo de Salomón era lo más lógico en aquella ocasión.

3,8 La tarea comienza el segundo mes, es decir, después de celebrada la Pascua en la patria. El autor tiene interés en subrayar la cooperación de todos en la obra; aunque pocos en número, los levitas asumieron la dirección de las obras.

3,10 Quince o dieciséis años más tarde se emprendió otra reconstrucción. Lo más lógico es pensar que los repatriados tuvieran prisa en comenzar la tarea de sus sueños. Dificultades externas e internas hicieron pararse las obras. Hay que recordar además que el templo no era un simple edificio, sino un amplio recinto sobre explanadas escalonadas, dentro del cual se alzaba el edificio; el altar de los holocaustos quedaba en el patio. Es posible que se echaran los cimientos de una parte y se difiriese el resto: el patio era el lugar de reunión de la comunidad, el edificio era la morada del Señor, ¿cuál era más urgente?, ¿cuál más digno de celebrarse? El relato no nos permite conclusiones, pero no es inverosímil en su indeterminación.

3,11 Solamente el Cronista menciona los platillos entre los instrumentos e culto (1 Cr 13,8; 15) instituidos por David. Los levitas cantan el clásico estribillo (Sal 136 y otros). Los vítores son típicos, no exclusivos, de salmos que celebran el reinado del Señor (Sal 47; 95; 98; 100); la misma palabra designa el alarido de guerra.

3,12-13 "Se lamentaban": o bien "lloraban" de emoción. El llanto estaría suscitado por la comparación desventajosa; la emoción, por el cumplimiento de un sueño. La noticia encajaría mucho mejor en la etapa siguiente, cuando pudieron ver la obra terminada; no aquí, cundo miran sólo unos cimientos.

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